El pasado domingo, al ver al actor Armando Cabrera caminando solitario por la Cota Mil en plan de ejercicio, fue imposible evitar reflexionar sobre lo importante que es , sea cual sea el tamaño de la crisis que atrevesemos, dar la cara. Enfrentar la realidad, asumir verdades y desmentir falsedades.
Señalado de un delito, se presentó a las autoridades y terminó preso. Sus amigos del teatro le apoyaron y defendieron pues si bien conocen sus debilidades, también lo saben inocente. Los medios de comunicación hicieron lo suyo, pues se trata de un conocido actor involucrado en un crimen. Recién salió en libertad dado que no existían pruebas del delito atribuido. Ya libre ha concedido entrevistas en prensa y radio en las que ha aceptado sus excesos y su estilo de vida desordenado, enfatizando siempre su inocencia.
Los medios de comunicación, han sido la clave que permitió conocer su propia versión, así como su libertad.
El actor de alta figura sigue erguido. Imposible que pase inadvertido.
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