En reciente entrevista, el escritor español Javier Marías, explicó que trabaja sus novelas orientado por una brújula y no con un mapa. Una forma gráfica y directa de referir que su método tiene un norte , más no una ruta llena de detalles resueltos con antelación. Esta fórmula es también aplicable a la comunicación en general, pues siguiendo el ejemplo gráfico, quien tiene una brújula difícilmente se pierde si sabe a donde va. Con un mapa, se corre el riesgo de dispersarse o de perder tiempo si se cruza en el lugar equivocado.
Ante el desafío de comunicar con eficacia, preferimos como el escritor, apegarnos al método de la brújula. Es decir, entender muy bien cuál es el norte a buscar para darle prioridad a ese punto cardinal y lograr lo que queremos. Sin dejar por ello, de planificar y de establecer rutas. Durante el recorrido, no faltará la dosis de flexibilidad y esfuerzo para ajustarse a los cambios del entorno, pero siempre orientados hacia el punto que sustenta nuestro propósito.
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