El silencio de Bob Dylan, en torno al premio Nobel de Literatura que le ha sido otorgado este año, nos recuerda una vieja frase usada para justificar una extraña reacción a un también extraño suceso: “interpreta mi silencio”. La frase en cuestión dice mucho de lo que puede “comunicar” un inquietante silencio.
Aunque la Academia Sueca, después de desistir en su intento de obtener alguna respuesta del popular cantautor, lo ha calificado de “ mala educación”, otras figuras de la música y la literatura, así como los fans que dicen conocerle, le juzgan con más benevolencia: se trata de un artista misterioso poco dado a llamar la atención- dicen.
Lo cierto es que su silencio enciende tan diversos comentarios como el hecho mismo de otorgarse por primera vez, el premio de literatura a un cantante. Y diríase que un poco de esa controversia, contribuyó a la misteriosa actitud del premiado, que igual llama a pensar si será por arrogancia, rebeldía o indiferencia. De cualquier modo, su “callada manera” comunica tanto o más que las palabras, despierta especulaciones y ofrece muchos vacíos al mismo tiempo.
También es propio deducir que ha de estar preparándose, sin ruido alguno, para recibir el máximo premio el próximo 10 de diciembre y es natural que, como todo creador, trabaje en el discurso que ofrecerá tal día. El premio en metálico consiste en 9OO mil US$ y en el supuesto negado que lo rechace, para la Academia seguirá siendo Bob Dylan el Premio Nobel de Literatura 2016, “por haber creado una nueva expresión poética dentro de la gran tradición americana de la canción”.
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