Realmente la pandemia lo ha cambiado todo? No todo. Más bien nos ha empujado a afrontar, y finalmente disfrutar, esos cambios que las restricciones del caso ameritan.

El hecho de «quedarse en casa» nos ha impuesto reencontrarnos, no solo con nosotros mismos, sino con la más profunda reflexión sobre el valor de la vida, la salud, la familia, el trabajo…  Pero también nos ha despertado recuerdos, sueños y proyectos guardados, y nos ha acercado a las tradiciones, a la espiritualidad, a la solidaridad e incluso a la esperanza.

A la rutina y las prisas del trabajo, le hemos agregado nuevas formas de producir y avanzar…Y términos como emprendimiento, reinvención y resiliencia, resuenan como ejemplo de pequeñas victorias y batallas ganadas al marasmo que ha significado la pandemia para muchos sectores de la economía.

Esa es la historia de la «Miel Silvestre» y su llegada a la capital del país, una de estas iniciativas donde se conjugan los cambios necesarios y la dulce remembranza de la tradición familiar.

Cuando de niña, su mentora, hoy periodista residenciada en Caracas, observaba embelesada las faenas del campo trujillano y detallaba cómo su padre envasaba la miel obtenida en la finca, que muchos compraban y enviaban a sus familiares en Caracas y otras ciudades centrales.

Aquella actividad no ha cesado y las fieles abejas siguen produciendo la rica miel; y en medio de la pandemia, aquella niña, hoy empresaria, asumió el reto de recibir, envasar, mercadear y distribuir, en bellos envases de vidrio, aquel delicioso producto procesado artesanalmente por las manos  campesinas que cuidan y garantizan su pureza, respetando el entorno vegetal de las montañas del estado andino.

Así, en medio de los avatares de una pandemia, se refresca y activa una hermosa y, vale repetir, dulce costumbre de la familia trujillana que cargada de encanto, pureza y salud, hace su llegada a la capital para convertirse en un exquisito detalle de celebraciones de cenas, bodas, bautizos y endulzar la mesa familiar.