Si bien la apariencia no lo es todo, siempre cuidamos aspectos como la estética, la higiene, la moda, los modales, etc., a sabiendas que todo ello es importante y definen la imagen que de nosotros mismos, ofrecemos a los demás. Cualquier error o traspiés en este sentido es fácilmente salvado a tiempo, pues está a nuestro alcance, su reparación o corrección
No sucede igual en el mundo globalizado de la tecnología. Todo aquello que proyectamos: actividades, trabajos, noticias, fotografías, notas, opiniones y vivencias en general, a través de las redes sociales, son registradas y guardadas en Internet y aunque no están exentos de error, no es nada fácil corregirlos. La diferencia radica en que son los demás quienes tienen la potestad de interpretar, utilizar o tergiversar todo cuanto mostramos en la red, sea cual sea el medio. Es así como, en manos inescrupulosas, esa reputación puede ser estropeada u oscurecida y lo que supone un esfuerzo de mucho tiempo y limpia trayectoria, en minutos puede ser arruinada.
Por tal razón, tanto la imagen como la reputación en el mundo de hoy, invita a reflexionar, ser muy cuidadoso y mantener limpia la trayectoria ya sea vivencial o de gerencia. En el caso de las empresas, su filosofía, sus premisas, sus valores y objetivos, así como la visión y comportamiento en general, deben ser atendidas con especial dedicación; pues todo configura su impacto, interrelación, comunicación y credibilidad en el campo global.
En virtud de que todo está dirigido a un público diverso, anónimo, extenso y de reacciones impredecibles, es vital que se valore sin prejuicios sus opiniones y críticas –aun siendo negativas- en aras de mantener una limpia reputación y mejorar día a día la actividad corporativa.
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