La pandemia generada por el Covid-19 emergió como una fuerza disruptiva en el funcionamiento de las empresas, y hemos visto cómo las reacciones han sido diversas: unas lamentables, que no muestran nada de compasión y hacen despidos masivos en una llamada Zoom de 3 minutos; y otras inspiradoras, que aportan recursos a los menos afortunados o evitan a toda costa los despidos.

Millones de empleados fueron enviados a trabajar desde sus hogares y una avalancha de información de expertos con ideas y tips para manejar esta nueva realidad inunda la red. De hecho, una búsqueda en Google sobre  “Trabajo Remoto y Covid-19”, da un resultado de más de  20 millones artículos.

Esta nueva realidad pone al descubierto una verdad ya conocida: Un alto porcentaje de empresas han fallado en la creación de culturas basadas en la confianza, es decir, los gerentes no se sienten cómodos, aún con las tecnologías disponibles.

La confianza

Son muchos los beneficios de las relaciones de trabajo basadas en la confianza: incremento en la satisfacción y el compromiso; mejoras en la calidad de las comunicaciones y la transparencia; fortalecimiento de la capacidad de influencia del liderazgo, lo que facilita los cambios al disminuirse la resistencia; mejoras en la calidad del servicio e incrementos en las ventas, entre otros. Cuando no hay confianza, —un virus que por cierto, comienza en el liderazgo—, se esparce como una epidemia creando culturas tóxicas con resultados negativos para toda la organización.

La razón es que la gente necesita mucho más que un buen salario y una sensación de comodidad para comprometerse. Las nuevas generaciones quieren que sus aportes sean valorados, pero sobre todo, quieren tener excelentes relaciones con su gerente basadas en la confianza.

Según la firma de investigación de mercado Gallup, el gerente es responsable por el 70% de los factores que impactan el compromiso. Otros estudios concluyen que menos del 50% de los  empleados confían en su empleador y en sus jefes.

Al trabajar desde sus hogares, los empleados sienten que no hay límites entre la vida laboral y personal con consecuencias negativas en las relaciones familiares afectadas por otras demandas. Ello evidencia poca empatía al enfocarse solo en los resultados y en el constante control para manejar la incertidumbre generada por el teletrabajo. Esto es signo de desconfianza.

La relación empleado-gerente es un componente básico de toda estructura organizacional. Es por ello que el control como la única forma de gerencia no deja espacio para la confianza, dejando frustraciones y resentimientos, y por otro lado, una confianza ciega, sin control, conduce a resultados inesperados. La confianza es como un continuum, donde los gerentes excepcionales consiguen el punto de equilibrio sin irse a los extremos.

Construir es ganar

Hoy las empresas tienen un reto: mantener el foco en el trabajo sin afectar el compromiso. Estudios indican que más de 75% de los empleados han bajado drásticamente su productividad por las distracciones en el hogar, y para superar este escollo, empleadores y empleados están explorando nuevas formas de trabajo, porque en tiempos de crisis, la confianza es una fortaleza.

La  máxima del liderazgo “los líderes van primero” es válida en este momento. La construcción de la confianza es tarea crítica del liderazgo para retomar sus ventajas, así que el mensaje más importante que puede recibir un empleado en esta situación se resume en tres palabras: “¡Confiamos en ti!”.