El auge de las falsedades con apariencia de noticias, sigue haciendo de las suyas en las distintas ramas de la información y las redes sociales.  Tanto, que ya es calificado como “epidemia” y ciertamente, como tal hace daño propagándose indiscriminadamente.  En cuestión de minutos se traduce en desinformación o tergiversa un hecho real al punto de perjudicar  a muchos o banalizar un caso importante.

Aquella frase que “una mentira repetida mil veces se convierte en verdad” es hoy día tan famosa como constante y en si misma confirma el concepto, pues debido a las amplias posibilidades de difusión que ofrece internet parece demasiado fácil caer en el engaño, compartirlo una y otra vez, al tiempo que ignoramos que estamos siendo engañados y o utilizados.  Sin saberlo –debemos presumir la buena fe del lector – un lector desprevenido da por sentado que aquello que está leyendo o escuchando, es algo cierto.  Seguidamente lo hace saber a otros y así robustece y expande una falsedad.

Decididamente, la “noticia falsa” proviene de un ente manipulador, un sujeto sin experiencia o aviesamente experimentado en la tarea de falsear hechos, información o datos. En los círculos del poder, posiciones privilegiadas e influyentes  que no permiten verificación o imponen sus “medias verdades” es frecuente encontrar “noticias” de esta naturaleza.   Pareciera  fácil  atribuirle al profesional del periodismo, la responsabilidad de difundir estas noticias sin fundamento,  pero es lo más  alejado de la verdad porque los principios éticos del profesional, se basan precisamente en la verificación y consistencia de la verdad.  Sin embargo,  nuevas formas de “hacer periodismo,”  comentaristas, aficionados, etc., abundan y salvo excepciones, pocos siguen las normas y se ajustan a los hechos reales constatados.

Lo recomendable  es, y seguirá siendo, que el oyente o lector trate de verificar el origen de la noticia,  de donde proviene y la credibilidad que le ofrece el medio o emisor.  La fecha cuando se produjo, pues en mayoría de veces, este detalle trastoca toda la información y tiende a confundir y tergiversar un hecho.  Todo ello, antes de colocar el consabido “me gusta” o replicarlo  y compartirlo. Cuidar que lo escandaloso no oculte la importancia de un hecho, ni lo trascendental sea tomado como un chiste de mal gusto.   Siempre pensar antes de actuar, asegura su no contribución a propagar una noticia que no es tal…